lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Cómo escoger los zapatos para un bebé?

La primera reflexión que debemos hacernos a la hora de comprar unos zapatos para un bebé/niñ@ es: ¿los necesita?

Un bebé no necesita zapatos

Esto es fundamental, ahora inventan y fabrican todo tipo de zapatos para bebés y, aunque sean muy graciosos, no son útiles, ni prácticos, no favorecen el desarrollo del bebé y limitan sus capacidades, incluso pueden ser perjudiciales para el desarrollo óseo y muscular del pie.

El bebé durante los primeros meses se relaciona con el entorno mediante los sentidos, y la sensibilidad táctil se convierte en una herramienta indispensable para entender e interaccionar con todo lo que les rodea. Las zonas más sensitivas del bebé son las manos, los pies y la zona perioral (boca), por tanto, si limitamos la información que puede recibir con unos zapatos, estamos cortando una de las vías de conocimiento y aprendizaje que posee nuestro bebé.

Motivos para no poner zapatos a los bebés:

  • Los zapatos están diseñados para proteger el pie durante la marcha, un bebé no camina, así que no tendría sentido poner los zapatos.
  • La planta del pie es una zona con muchas fibras nerviosas, por lo que tiene una gran sensibilidad táctil, imprescindible para que el bebé comience su aprendizaje y desarrolle su inteligencia.
  • Los zapatos limitan el movimiento del bebé. Por muy blanditos que sean, suponen un límite a sus capacidades motrices. 


Cuando el niño o la niña comienza a ponerse de pie, a caminar apoyándose de los muebles o a ir de la mano, la situación cambia. Las características principales que debe tener un zapato para un niño/a de cualquier edad son:

  • Talla adecuada (pese a que son proporcionalmente muy caros, merece la pena invertir en un buen zapato ya que protegerá el pie y permitirá un desarrollo adecuado del sistema musculo-esquelético). Un zapato grande no le dará la sujeción adecuada, creará rozaduras y deformará la pisada.
  • Sujeción y libertad. El equilibrio entre la sujeción del pie y la libertad de movimiento debe ser correcto. Materiales ligeros y adaptables que no impidan la movilidad articular del tobillo o del pie y una correcta sujeción (velcro, cordones, hebillas) en el empeine y en el talón.
  • Suela aislante y antideslizante. La suela debe estar estriada (mejor en distintas direcciones) para lograr una buena adhesión al suelo e impedir que el zapato resbale. La suela debe ser flexible permitiendo que el pie pueda disociarse durante la marcha, pero gruesa, evitando que el peque se dañe con cualquier piedra, obstáculo, cristal...que pueda haber en el suelo.
  • Contrafuerte en el talón. Especialmente durante los primeros pasos, el pie del niño/a es muy flexible, con un pie plano fisiológico. Las costuras y los refuerzos en el talón contrarrestarán la falta de control del pie, distribuyendo el peso del cuerpo de forma correcta.
  • Ligeros. No deben suponer un peso extra que les impida avanzar.
  • ¿Plantillas? Los zapatos infantiles suelen llevar una plantilla con una elevación en la parte media interna para favorecer la aparición del arco del pie. Este proceso aparece de forma natural por la propia acción muscular, por lo que (en general), no es necesario el uso de una plantilla ni de una horma que influya en el crecimiento y maduración del pie ya que incluso puede dificultar que los músculos y ligamentos realicen su labor. Por tanto, plantillas flexibles que permitan una buena ventilación y hormas rectas con puntera ancha que no altere el crecimiento natural.
  • Materiales naturales y transpirables

Es importante combinar los tiempos con zapatos con ir descalzo (con y sin calcetines) para que el pie reciba información táctil y propioceptiva (información interna del cuerpo), se adapte a diferentes sensaciones, texturas y terrenos y tenga libertad de movimiento.


Por otra parte, cuando el niño/a empieza a ganar autonomía durante el vestido o desvestido, es importante facilitarle que se ponga y se quite sus zapatos (velcros, gomas...)


sábado, 10 de noviembre de 2012

Plagiocefalia: prevención y tratamiento (2)

Cuando existe o hay un riesgo de deformidad craneal, los métodos de prevención y tratamiento tienen las mismas medidas:

En primer lugar, la regla de oro: duerme boca arriba y juega boca abajo.


Ejemplos de juegos y estimulación (imágenes de kskids):

- Estimular visual y auditivamente hacia ambos lados.
- Recostar al niñ@ de lado ayudándose por almohadas, cojines o juguetes cuando esté con supervisión.


- Con ayuda de cojines, toallas enrolladas, rodillos de espuma..., colocar al peque boca abajo y estimularle para que levante la cabeza.




- Cuando sea capaz de sostener la cabeza, ayudarle a permanecer sentado con ayuda de cojines, almohadas...


- Voltear hacia ambos lados y en ambos sentidos


 - Colocar un espejo y sus juguetes favoritos para que esté boca abajo (o a cuatro patas cuando vaya creciendo)


- Cuando todavía no controlan bien la cabeza y no dominan (o no les gusta la posición boca abajo), lo ideal es que los papás o mamás les ayuden a disfrutar de esa posición, colocándoles sobre el pecho, barriga o piernas y cantándoles o hablándoles mientras están en esa posición.

 En segundo lugar, el posicionamiento. En función de la tendencia natural del niño/a, se realizarán las adaptaciones necesarias para corregir su postura natural y estimular la simetría. Consejos prácticos:

  
  • Dormir: La mamá se colocará siempre hacia el lado que el bebé no gira la cabeza (si es para prevenir, puede alternarse), tanto si se realiza colecho, como si duerme en la cuna (en este caso se variará la posición de ésta). Girar la cabeza del bebé (rotando desde los pies, para evitar que se despierte). Si se mueve mucho y no mantiene la posición, existen en el mercado cojines especiales, como el cojin mimos que permiten una colocación correcta de la cabeza.
  • Alimentación: Cambiar alternativamente de pecho (en el caso de dar biberón, alternar de brazo) o variar las posiciones de amamantar para estimular las rotaciones hacia ambos lados.
  • Portear: El porteo de los bebés (bandoleras, fular, mochila...) es una forma cómoda y útil para prevenir las deformidades craneales y evitar las presiones mantenidas sobre la cabeza. Evitar abusar de hamacas, maxicosis, huevito, capazo...

En último lugar, aunque no por eso menos importante, ya que en muchos casos se requiere la atención de un profesional: la valoración y tratamiento de un experto en fisioterapia y osteopatía infantil. En este caso, se valorarán las causas de la deformidad craneal y se realizará el tratamiento personalizado más efectivo para tratar la propia deformidad (osteopatía craneal y posicionamiento) como las consecuencias o causas de ese aplanamiento craneal (estimular la simetría, evitar acortamientos musculares, potenciar el desarrollo motor...). Más infomación en mi página: Fisioterapia en Asturias



Plagiocefalia: prevención y tratamiento (1)

Cuando el bebé no tiene la cabecita redondeada o presenta algún aplanamiento o crecimiento irregular, se dice que presenta una deformidad craneal. En general se suele hablar de plagiocefalias, aunque depende de la forma de la cabeza existen diferentes tipos de deformidades craneales: plagiocefalia, braquicefalia, escafocefalia... y pueden estar asociadas o no a una tortícolis congénita (especialmente las plagiocefalias)
escafocefalia

plagiocefalia
braquicefalia


La cabeza del bebé es muy flexible gracias a que los huesos del cráneo no están totalmente formados y a la presencia de las fontanelas que permiten que la cabeza se adapte y se amolde para salir por el canal del parto. Por esta misma razón, un buen tratamiento de osteopatía craneal es muy eficaz, ya que mediante el uso de técnicas suaves de inducción los huesos pueden corregir su posición.





Las principales causas son:


- Presiones mantenidas durante el embarazo: el bebé puede estar durante mucho tiempo colocado en el canal del parto recibiendo muchas presiones sobre la cabeza, previo al parto (semanas antes el bebé ya está colocado) o en partos largos. También en embarazos múltiples o en casos de macrosomía fetal (fetos muy grandes).





- Durante el parto: Los huesos tienden a recuperar su posición en un máximo de 24 horas tras el nacimiento, incluso si ha nacido con métodos instrumentales (fórceps o ventosas). En ocasiones, estas deformidades persisten o reaparecen al cabo de unos meses como consecuencias de las tensiones internas.


- Entre el primer y el tercer mes (o incluso el sexto mes) pueden aparecer aplanamientos por posturas mantenidas (especialmente, por pasar muchas horas boca arriba).


La prevención se basa en dos aspectos. Por un lado el posicionamiento del bebé y por otro lado la estimulación (el llamado tummy time o tiempo boca abajo).



La incidencia de estas deformidades ha aumentado considerablemente en los últimos años. Esto se debe a los sistemas de prevención de la muerte súbita (el bebé debe dormir boca arriba) implantados desde la Asociación Americana de Pediatría. Desde esta misma asociación, se dedicó una campaña especial al Tummy Time que ha tenido una repercusión menor, por lo que los bebés menores de 6 meses suelen pasar mucho tiempo boca arriba, incluso cuando están despiertos (momento que se debería dedicar a jugar boca abajo).