La primera reflexión que debemos hacernos a la hora de comprar unos zapatos para un bebé/niñ@ es: ¿los necesita?
Un bebé no necesita zapatos
Esto es fundamental, ahora inventan y fabrican todo tipo de zapatos para bebés y, aunque sean muy graciosos, no son útiles, ni prácticos, no favorecen el desarrollo del bebé y limitan sus capacidades, incluso pueden ser perjudiciales para el desarrollo óseo y muscular del pie.
El bebé durante los primeros meses se relaciona con el entorno mediante los sentidos, y la sensibilidad táctil se convierte en una herramienta indispensable para entender e interaccionar con todo lo que les rodea. Las zonas más sensitivas del bebé son las manos, los pies y la zona perioral (boca), por tanto, si limitamos la información que puede recibir con unos zapatos, estamos cortando una de las vías de conocimiento y aprendizaje que posee nuestro bebé.
Motivos para no poner zapatos a los bebés:
- Los zapatos están diseñados para proteger el pie durante la marcha, un bebé no camina, así que no tendría sentido poner los zapatos.
- La planta del pie es una zona con muchas fibras nerviosas, por lo que tiene una gran sensibilidad táctil, imprescindible para que el bebé comience su aprendizaje y desarrolle su inteligencia.
- Los zapatos limitan el movimiento del bebé. Por muy blanditos que sean, suponen un límite a sus capacidades motrices.
Cuando el niño o la niña comienza a ponerse de pie, a caminar apoyándose de los muebles o a ir de la mano, la situación cambia. Las características principales que debe tener un zapato para un niño/a de cualquier edad son:
- Talla adecuada (pese a que son proporcionalmente muy caros, merece la pena invertir en un buen zapato ya que protegerá el pie y permitirá un desarrollo adecuado del sistema musculo-esquelético). Un zapato grande no le dará la sujeción adecuada, creará rozaduras y deformará la pisada.
- Sujeción y libertad. El equilibrio entre la sujeción del pie y la libertad de movimiento debe ser correcto. Materiales ligeros y adaptables que no impidan la movilidad articular del tobillo o del pie y una correcta sujeción (velcro, cordones, hebillas) en el empeine y en el talón.
- Suela aislante y antideslizante. La suela debe estar estriada (mejor en distintas direcciones) para lograr una buena adhesión al suelo e impedir que el zapato resbale. La suela debe ser flexible permitiendo que el pie pueda disociarse durante la marcha, pero gruesa, evitando que el peque se dañe con cualquier piedra, obstáculo, cristal...que pueda haber en el suelo.
- Contrafuerte en el talón. Especialmente durante los primeros pasos, el pie del niño/a es muy flexible, con un pie plano fisiológico. Las costuras y los refuerzos en el talón contrarrestarán la falta de control del pie, distribuyendo el peso del cuerpo de forma correcta.
- Ligeros. No deben suponer un peso extra que les impida avanzar.
- ¿Plantillas? Los zapatos infantiles suelen llevar una plantilla con una elevación en la parte media interna para favorecer la aparición del arco del pie. Este proceso aparece de forma natural por la propia acción muscular, por lo que (en general), no es necesario el uso de una plantilla ni de una horma que influya en el crecimiento y maduración del pie ya que incluso puede dificultar que los músculos y ligamentos realicen su labor. Por tanto, plantillas flexibles que permitan una buena ventilación y hormas rectas con puntera ancha que no altere el crecimiento natural.
- Materiales naturales y transpirables
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Por otra parte, cuando el niño/a empieza a ganar autonomía durante el vestido o desvestido, es importante facilitarle que se ponga y se quite sus zapatos (velcros, gomas...)